martes, 5 de julio de 2011

Reciclando el voto




¿Por qué ganó el PRI y de manera tan apabullante en las elecciones del Edomex, Coahuila, Nayarit e Hidalgo? Es la pregunta en el aire desde el domingo.

De inmediato se habla de la desmemoria de los ciudadanos que no recuerdan los abusos del PRI... pero de qué desmemoria se puede hablar cuando esos estados ya estaban gobernados por ese partido. Ahí el PRI no regresa, mantiene posiciones.

El abstencionismo no parece ser tampoco determinante, pues salvo Nayarti donde aumentó, se mantuvo en los mismos niveles de elecciones pasadas y se redujo en Cohauila.

Una explicación interesante es que el PRI está obteniendo el voto joven, de aquellos de entre 18 y 35 años que no vivieron la época del totalitarismo priísta y que en su edad adulta han conocido los gobiernos federales panistas y se han desencantado.

Como muestra, un trabajo del Centro para la Investigación y el Desarrollo (CIDAC) y la empresa de estudios de opinión pública DEFOE, sobre cómo se voto en el Edomex: el 14% fue de jóvenes de 18 a 25 años; el 23 por ciento los de 26 a 35 y de ahí hacia abajo.

Y qué irónico resultaría que el voto joven, que fue el verdugo del PRI en el año 2000 le esté favoriendo ahora con el voto de rechazo al PAN y al PRD.

Si se toma la elección del Edomex como antesala a la presidencial, tienen ahí otra explicación en la estrategia seguidan por Enrique Peña Nieto y el PRI: no descubrireron el agua hervida, volvieron a lo básico, postular al candidato que asegure más votos y mantener unidad.

Mientras que el PRD y el PAN fueron con malos candidatos, que ya habían sido perdedores ahí mismo. Si en lo público son incapaces de reconocer la derrrota, uno pensaría que a su interior se están reagrupando en torno a su mejor figura si es que quieren dar la pelea el 2012.

Por sobre todo, lo que quedó claro de la jornada del domingo es que a estas alturas ya nignún partido se salva de campañas negras, acarreos, compra de votos e injerencia de gobernadores, que tratándose de ganar se valen de lo que sea y ése es el augurio para el próximo año.

Queda claro que las leyes e instituciones electorales no están funcionando, pero cómo éstas las hacen los mismos políticos, se antoja difícil una reforma en el corto plazo que rompa la hegemonía partidista.

Mientras parece que no queda más que seguir reciclando el voto.

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