martes, 7 de diciembre de 2010

Simulación de candidato ciudadano


Escuchar al recién ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, decir en cadena nacional, a favor de su disparatada pretensión presidencial, que la solución para México, que lo que los ciudadanos quieren es que el PRI regrese a Los Pinos, no hace mas que reforzar el hecho de que los políticos se ocupan y viven en su mundo, muy alejados de la realidad del ciudadano de a pie.

Los únicos que pueden querer que un partido regrese, se mantenga o llegue al poder son sus militantes, pues son los únicos que se benefician, desde un trabajo burocrático hasta las más altas posiciones de poder.

Los ciudadanos lo que quieren es que los gobernantes cumplan sus obligaciones, rindan cuentas y generen desarrollo. 

En el momento quizá de mayor desprestigio de los partidos políticos ante la sociedad, donde ya ninguno se salva de la crítica y la desilución que han provocado al gobernador, vino hace unos días una declaración del presidente Felipe Calderón a favor de un candidato ciudadano a la presidencia de la república, idea con la que también comulga el nuevo dirigente del PAN, Gustavo Madero.

Incluso analistas del centro del país han dejado ir la idea de que una alianza entre el PAN y el PRD con un candidato ciudadano, es una alternativa para enfrentar al PRI en 2012 y se ha mencionado al empresario Alejandro Martí como la figura idónea, incluso ya huna agrupación llamada “México Ahora o Nunca”, que ha iniciado una campaña en internet para promoverlo.

El señor Martí, como la señolra Isabel de Wallace, han logrado una empatía con los mexicanos, pues como muchos han sido víctimas de violencia, con el secuestro y asesinato de sus hijos, y la consecuente impunidad.

El haber sufrido una injusiticia los hizo salir de su zona de confort y enfrentarse al sistema judicial, retar a los gobernantes, obteniendo con ello confianza y admiración.

Pero, viene la pregunta ¿es suficiente esto para considerarlos  presidenciales?

Vaya, la apuesta de hoy camina hacia el empoderamiento del ciudadano, pero hay que entrar en la reflexión de si el éxito profesional, la probidad en la vida privada o el haberse enfrentado al sistema en un muy particular caso, son suficientes para asumir un cargo de elección popular.

En mi opinión se requiere una formación política y un mínimo de experiencia en el servicio público, lo cual es muy difícil conseguir sin haber pasado por un partido. 

De entrada me vienen los nombres de Juan Ramón de la Fuente y José Woldenberg, a quienes también se les ha llegado a considerar presidenciables.

Un verdadero candidato ciudadano sería aquel que nunca ha militado en un partido, de lo contrario, ésta sería el refugio para los que en su partido no obtienen la postulación, una nueva versión de los que hoy brincotean de un sigla en sigla otro.

 La reallidad es que la legislación federal no permite las candidaturas ciudadanas, uno de los grandes pendientes de la reforma del estado, y mientras eso no cambie, el hablar de esas figuras o el pretender vendernos un candidato independiente para la elecciòn presidencial no es más que pura simulación

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