Un agitado inicio de año ha tenido Sonora. Actos de violencia que se han hecho presente casi todos los días de este naciente 2011 y que no se sosiegan con las condenas oficiales ni la afirmación de que Sonora es el estado más seguro de la frontera norte. Cuando deberían decir el menos inseguro.
En ese escenario, y tal vez para aminorar su impacto, se anunciaron los primeros cambios en el gabinete estatal, no sólo muy esperados, muy anunciados, sino muy necesarios.
Hay coinciencia en que el nombramiento más acertado y el único a nivel Secretaría, hasta el momento, es el de Jorge Luis Ibarra Mendivil, quien a pesar de su ideología cambiante, tiene un perfil mucho más completo y experiencia para dirigir la SEC.
Pero éste, como el nombramiento del comandante Juan Miguel Arias, son un garbanzo de a libra en el gabinete estatal, en el que en los ajustes de cambios medios que se han realizado se siguen viendo a los llamados “todólogos”, que un día saben de transporte y al otro de dirigir prisiones; o un día de energía y al otro de infraestructura educativa y viceversa.
Hay una percepción generalizada de que el gobernador Guillermo Padrés tiene las mejores intenciones para el desarrollo del estado, pero cuenta con un gabinete que no le ayuda.
Sin embargo, a los funcionarios los eligió él y él mismo ha reconocido que en su primer gabinete fue generoso para quienes lo apoyaron en la campaña. No está mal recompensar la lealtad, que en política además es escasa, pero ahí Padrés cayó en el yerro de siempre, de todos y que como oposición tanto criticaban.
Es inadmisible que en pleno siglo XXI los gobernantes paguen favores políticos con cargos públicos. Los malos resutados, en todos los niveles y de todos los partidos, están a la vista.
También hay una agenda pendiente en cuanto a rendición de cuentas. Ante un mal desempeño no es suficiente una comparencia en el Congreso que no deja más que un saldo mediático; no es sufiente un despido, dejando una estela de errores en detrimento del estado.
Por eso, en estos ajustes al gabinete estatal, uno esperaría que más que la amistad o el carácter, se privilegie la capacidad, la experiencia y la visión para detonar el sector, sobre todo en las cabezas.
Y también se sigue esperando una presencia más contundente del gobernador Guillermo Padrés, quien salvo un par de entrevistas banqueteras y una toma de protesta, ha estado muy ausente de los sonerenses en estos primeros días del año.
Y las ausencias, además de alimentar rumores, generan vacíos y los vacíos se llenan.
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