martes, 18 de enero de 2011

Los malos también están en casa

Muy difícil no comparar. Ante el atentado contra la legisladora Gabe Giffords en Tucson, Arizona, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, emitió uno de los mensajes más memorables, que da seguridad, que inspira, que retoma los valores nacionales.

Mejor aún, ante la crisis y a pesar de los reclamos, hubo unión de autoridades, representantes y ciudadanos.

Dificil no voltear a ver al presidente Felipe Calderón afirma constantemente que va ganando la guerra al narco, pero al mismo tiempo advierte que habrá más violencia y lejos de lanzar un mensaje conciliatorio, continúa sus regaños a quienes lo cuestionan y reclama que los malos son los delincuenes.

Sí, los malos son los delincuentes, pero la responsabilidad de contenerlos, de mantener niveles razonbales de seguridad pública es de los gobernantes ¿ o qué, ahora quiere Calderón que le demos a la autoridad a los narcos pidiéndoles que paren sus matanzas? ¿qué el dirigirse a ellos no fue lo mismo que le reprocho al Diario de Juárez cuando les preguntó qué querían para dejar de matar a sus reporteros?

Sí, los malos son los delincuentes, sólo que al presidente Calderón y sus funcionarios se les olvida decir que de esos malos están infiltradas las instituciones. Que de esos malos están corrompidas las corporaciones policíacas, los ministerios públicos, los juzgados, legisladores y hasta altos mandos de seguridad. Y de limpiar la casa no se ocupó antes de salir a limpiar las calles.

Yo no he escuchado a nadie pedirle al presidente que deje de combatir el narcotráfico, se le pide que sea más eficaz y que escuche, que se abra a las propuestas.. nada más ni nada menos.

No puede negar que 34 mil 612 muertos es una cifra brutal, abrumadora, dolorosa. Ese es el saldo en muertes de la narcoguerra. Pero el saldo mayor es la intranquilidad, el miedo en el que esto nos ha sumido a los mexicanos y esa es una realidad que no se puede evadir

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