martes, 9 de noviembre de 2010

Los ciudadanos deben empezar la transformación



En los últimos días ha circulado en twitter la foto de un mensaje que un niño dejó en el altar ofrecido a los niños de la guardería ABC en Puebla, con motivo del Día de Muertos, que dice:

“Quiero decirles que voy a cambiar al mundo para que esto no se vuelva a repetir. Sigan luchando, todo terminará bien”.

Un mensaje lleno de inocencia, sí, pero a la vez de un gran espíritu, con la claridad de que algo está mal y la voluntad y la convicción de que mejorar.

Y entonces reflexioné sobre lo que puede pasar con el espíritu de ese niño creciendo en México. Un México, que como decía ayer la politóloga Denisse Dresser en su conferencia en la Feria del Libro, un país dominado por los monopolios políticos, empresariales y sindicales y con una sociedad deprimida como nunca, apática, que no reacciona a menos que sienta en carne propia una injusticia.

Ése, como otros niños, va a crecer escuchando lo difícil que es vivir en México, lo duro que está la crisis, con el miedo que provoca la narcoviolencia, con una educación pública deficiente... si no en su casa, de otros ciudadanos escuchará que se conforme con satisfacer sus necesidades básicas y que  no vale la pena enfrentarse a la corrupción y la desigualdad porque no se le puede ganar a la élite dominante, a menos, claro, que se convierta en parte de ella.

Y así será muy, muy difícil que logre preservar su convicción de mejorar la cosas... y ése es el ciclo que por décadas hemos repetido los mexicanos.

Y ya, a estas alturas nos debe quedar claro que la apuesta debemos hacerla a la sociedad. El cambio de fondo no vendrá de la élite del poder, simplemente porque para ellos las cosas así como están si funcional y véalos, cada tres años haciendo grandes promesas, grandes discursos, pero al final terminan brincoteando de cargo en cargo y de partido en partido.

Así es que los cambios de fondo tienen que venir de nosotros, de la suma de voluntades individuales, de tomar acción y, sobre todo, de educar a las nuevas generaciones en una cultura distinta.

Estamos en un momento muy difícil en México, es momento de entrar a una muy seria reflexión sobre lo que estamos los ciudadanos haciendo, a las autoridades resultados, lo cual también es obligación ciudadana, pero cuestionémonos  y reflexionemos qué en los hechos estamos nosotros aportando para que ese niño del recado, y todos en general, puedan mantener ese espíritu y traduzcan en acciones esa voluntad de hacer las cosas bien , para hacer mejor, no digamos el mundo, sino su entorno, nuestro entorno.

Porque si no empezamos ya estaremos cayendo en el mismo lugar común de los políticos de buscar un mejor estadio, de buscar un mejor futuro, pero sin salir de la inercia y hacer realmente algo para conseguirlo.


La cuestión con los mexicanos es que somos muy apáticos, no reaccionamos a menos que sintamos la injusticia en carne propia. No somos una sociedad madura como para hacer un boicot. Triste pero cierto.

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